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El Precio de la Paz - ItaHina - Cap. 1

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Sasha545's avatar
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Género: Romance / Angustia
Personajes Principales: Itachi Uchiha, Hinata Hyūga.
Autor: Sasha545
Rank: M
Cantidad de Capítulos: 3 arcos argumentales. Longfic.
DISCLAIMER: Los Personajes de Naruto y el mundo creado en él pertenecen a Masashi Kishimoto. Se utilizan sin ningún fin comercial.


EL PRECIO DE LA PAZ
LIBRO PRIMERO

 


Primer Acto
NOVILUNIO

 

La Luna Nueva o novilunio es cuando la Luna está entre la Tierra y el Sol y por lo tanto no la vemos.


El momento que tanto había estado postergando durante la noche había llegado. Lo supo al ver los ojos aterrados de aquella niña. A pesar de que estaban fácilmente a unos tres metros de distancia tiritaba sin control, como si pudiese entender lo que estaba a punto de suceder.

Pretendió que no lo notaba. De cualquier forma no había manera de que escaparan de su destino.

Tampoco podía culparla por mostrarse tan nerviosa y asustada. Durante las misiones en ANBU nunca había mostrado nerviosismo, ni si quiera cuando su equipo tenía que asesinar un objetivo o espiar información sensible. En cambio ahora, su respiración salía entrecortada y sentía las manos sudorosas.

No la había mirado al rostro durante toda la velada. Apenas se observaron un instante cuando el sacerdote unió sus manos durante la ceremonia en el templo e incluso aquello se había sentido forzado, incómodo y desagradable. Desde entonces no habían hablado, ni se habían tocado y mucho menos intercambiado miradas. A pesar de que habían estado todo ese tiempo uno al lado del otro recibiendo felicitaciones y bendiciones de parte de sus familias, en ningún momento se había sentido afortunado o bendecido por lo que acababa de pasar. Por el contrario, estaba bastante seguro que estaba pagando el karma por sus malas acciones.

No obstante, ahora que se tomaba un momento para verla recordaba, muy a su pesar, que no sólo él estaba sacrificando su felicidad y su futuro, ella también era una víctima de las políticas de Konoha. La diferencia, claro está, es que frente a él había una niña.

Lo único que sabía de ella era que cursaba el mismo grado que Sasuke en la Academia Shinobi y que era la heredera del clan Hyūga. Aparte de eso, era una completa extraña con la cual tendría que compartir el resto de su vida.

Separó los labios buscando algo que decir, pero sus intenciones se vieron frustradas cuando no encontró palabras para aliviar la incomodidad de la situación. Bajó la mirada con pesar y apretó los puños intentando buscar el valor suficiente para llevar a cabo lo que se esperaba de él como el futuro líder del clan Uchiha.

Pero le resultaba inútil, no había nada de valor dentro de él en ese momento y estaba seguro que en ella tampoco. A los ojos de Itachi era bastante obvio lo que pasaba: ninguno de ellos quería seguir con eso.

Ninguno de los dos había pedido ser el objeto de una gran alianza ni los salvadores de sus respectivos clanes. Había sido acordado por sus padres como una medida de mitigación, un parche para la gran herida que había en el clan Uchiha contra Konoha y ellos habían sido el sacrificio para continuar con las apariencias de buena convivencia.

¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué si quiera seguía con toda esa charada? ¿Lo estaba haciendo realmente por Konoha? ¿Valía la pena sacrificar la inocencia de una niña para eso?

Sasuke.

Esa era la respuesta a todas las interrogantes en su mente. Se lo recordó mientras bajaba la mirada con los párpados caídos. Estaba tomando el lugar de su hermano menor, a aquel que había prometido cuidaría toda su vida. Si no era él, Sasuke habría sido obligado a casarse con Hinata Hyūga contra su voluntad. De hecho, ese había sido el plan original.

Yo lo haré— había dicho con solemnidad haciendo que todos los presentes en la habitación lo observaran como si hubiese perdido la razón, exigiéndole que se explicara lo más rápido posible—Hinata Hyūga es la heredera del clan Hyūga. Su familia podría tomar como ofensa que el hermano menor y no el mayor la tome como esposa. Será una alianza incluso más fuerte si ambos herederos de nuestros respectivos clanes contraen nupcias. Es una muestra de buena fe.

Su argumento pareció complacer a su padre quien accedió a su petición. Sasuke lo miró sorprendido e intentó contradecirlo pero bastó con una sola mirada de su parte para que entendiera que no era negociable.

Casarse con Hinata Hyūga le compraba tiempo suficiente para intentar arreglar el lío en que todos estaban metidos. Podían quitarle la elección de amar a quien quisiera, pero no se la quitarían a Sasuke. Era su labor como su hermano mayor proteger sus sueños; la libertad para elegir a quien darle su corazón era parte de ello. Había dejado que su padre le robara la felicidad desde que lo obligó a unirse a ANBU seis meses atrás. No dejaría que a Sasuke le hicieran lo mismo; su hermano menor era el futuro del clan, era la única esperanza que veía en la familia Uchiha.

Y con ese simple acto, toda su vida había cambiado. Esa misma tarde se había firmado su compromiso con Hinata Hyūga con un simple garabato de su parte en una hoja de papel. Al día siguiente conoció a su futura esposa sin que cruzaran más que un saludo y tan sólo tres días después estaban casándose en el templo del río Naka.

Las celebraciones habían durado todo el día. Itachi sabía bien que a pesar de las apariencias no había un motivo para celebrar. Los Hyūga se habían sacrificado uniéndose a ellos para proteger Konoha. Los líderes del antiguo clan sabían los planes de revolución de Fugaku Uchiha y seguramente habían accedido a ese matrimonio por petición directa del Hokage. Era una de esas cosas que el sandaime estaba haciendo para ganar tiempo y así negociar con Fugaku y postergar una inminente guerra civil. Era de asumir que así fuera. De hecho, estaba seguro que así era. Para conseguir una anhelada paz, Hiashi Hyūga había entregado a su hija mayor a un Uchiha. Por la seguridad de Konoha y el bienestar de su hermano, él la había tomado para ser su mujer.

Y ahora estaba frente a una completa extraña que lo miraba con temor, tanto temor que llegaba a dolerle.

—Terminemos con esto —dijo Itachi respirando profundamente, dando pasos lentos en su dirección hasta quedar frente a ella.
—Sí —susurró Hinata con suavidad, bajando el rostro para evitar mirarlo.

Itachi tuvo que controlar la sensación de repugnancia que sentía ante la idea de quitarle la virginidad a una niña de la edad de Sasuke. No había nada excitante sobre aquello y su cuerpo tampoco estaba reaccionando como lo hubiese esperado de su noche de bodas. Sentía un amargor en su boca y un nudo que se agrandaba cada vez más en su garganta.

—¿Le hablaron de lo que sucede durante la primera noche? —le preguntó inspeccionándola con nerviosismo, pero la chica no respondió ni lo miró, sólo asintió con pesadez.

Podría haberle dicho muchas cosas, de hecho, estuvo a punto de hacerlo. Podría haberle dicho que él tampoco quería hacerlo, que estaba tan nervioso como ella, que no era su intensión lastimarla y robarle su infancia. Podría haber ido más allá y haberle advertido que todo lo que estaban a punto de hacer era por Konoha y que no tendrían que volver a hacerlo. Le podría haber prometido que no la volvería a tocar, que la dejaría vivir cómoda y tranquila en la casa de sus padres sin que la presencia del otro si quiera se notara en la vida que estaban forzados a compartir. Podría haberle preguntado si quería que apagara las luces, o tal vez si necesitaba ayuda para desvestirse. Pero nada de ello salió de su boca, sólo frunció los labios con rabia ante la impotencia de no poder hacer nada para evitar la encomienda que su padre había puesto sobre él. ¿Para eso se casaban las personas, no?

Al notar que ella no se movía decidió terminar con todo ello rápido.

Mientras desataba el obi de Hinata con torpeza y nerviosismo se enfocó en pensar que aquello también era una misión. Si lo veía de esa forma quizás sintiera menos culpa y repugnancia por lo que estaba a punto de hacer. Iba a sacrificar a una niña inocente; estaba seguro que su alma se quemaría en el infierno después de eso.

Sí, había cometido muchos actos deshonrosos y viles con el transcurso de los años, siempre por Konoha, pero nunca hasta ese momento había sentido vergüenza por ello. Estaba a punto de arruinar a una niña que no tenía culpa de la forma en que se movía el mundo shinobi. A una de esas mismas niñas a quien había jurado proteger cuando amarró por primera vez su protector con el símbolo de Konoha alrededor de su frente.

Intentó tragar saliva pero el nudo en su garganta se lo impedía. El mundo daba vueltas a su alrededor y su respiración se salía de control sólo por la angustia que experimentaba en sus entrañas.

Cuando el obi cayó al suelo tomó un segundo para respirar, reposando sus manos en la cintura de Hinata y tirándola hacia él. Quizás si la besaba, o la sentía cerca… su cuerpo reaccionaría con algo más que rechazo y culpa. Tal vez si se obligaba a tocarla la desearía aunque fuese una niña y él casi un hombre.

Hinata había estado callada todo ese tiempo dejándolo hacer lo suyo sin oponerse, sin molestarlo, sin producir estragos en su consciencia con su voz infantil. Sin embargo, cuando subió el rostro para observarlo sorprendida por su cercanía, Itachi se percató que sus mejillas estaban cubiertas en lágrimas.

Supo en ese instante que no tenía el valor para seguir con eso, pero que estaba obligado aún así a cumplir su obligación.

—Basta —le ordenó soltándola y mirándola con dolor.
—Lo siento… de-de verdad lo siento…

Movió la cara hacia un costado y la soltó. Tocarla ya no era una opción. Si la seguía tocando perdería cualquier atisbo de determinación.

Caminó hasta el borde del futón que ambos debían compartir esa noche, sentándose sobre las suaves sábanas que su madre había elegido para ese día. Apoyó los codos contra sus rodillas y se cubrió el rostro con las palmas, intentando controlarse, armarse de valor de alguna forma. Podía hacerlo, sólo tomaría un segundo. Todos los hombres lo hacían cuando se casaban.

—Desnúdate y acuéstate —le ordenó Itachi, olvidándose completamente de sus modales ante lo frustrante de la situación. Nunca hubiese tratado a alguien de "tú" en vez de "usted" si no lo conocía, pero pensó que si lo hacía podría acortar las distancias entre ambos de alguna forma.

Aún así, realmente no deseaba verla desnuda. Si aquello sucedía nunca volvería a ser el mismo y no estaba preparado para eso. Aunque ella fuese una niña, verla sin ropa significaba que él estaba listo para ser un hombre. Sería la primera vez que vería a una mujer así y eso sólo aumentaba su nivel de ansiedad; lo hacía creer realmente que todo lo que estaba pasando estaba mal, muy mal.

Sintió el sonido de la tela caer al suelo y las rápidas pisadas en el tatami. Cuando volvió subir la mirada, Hinata ya no estaba frente a él. Percibió como se metía entre las sábanas, pero no se volteó. No quería verla, necesitaba componerse un poco antes de tener que unirse a ella en su lecho de recién casados.

Suspiró agotado y comenzó a desabrocharse las ataduras que mantenían el atuendo formal en su lugar. Lo hizo lentamente, ignorando que era la primera vez que alguien más lo veía desnudo. No sentía vergüenza, más bien, lo único que había en él era culpa. Un acto que debió ser tan natural para dos personas que comenzaban sus vidas juntas, se sentía como un verdadero castigo.

Cuando la última prenda de su kimono cayó al suelo, se volvió sobre el hombro para observar el bulto entre las sábanas blancas. Ahí, pequeña y vulnerable, se encontraba Hinata mirando al techo con lágrimas que no dejaban de brotar.

—Será rápido —dijo, intentando aliviar un poco los temores de la niña y al mismo tiempo los suyos.
—E-esta bien —respondió Hinata cerrando los ojos, arrugando los gestos en su rostro como si algo le doliera.

Suspiró una última vez y corrió las sábanas para meterse entre ellas. En ningún momento bajó la mirada para inspeccionarla, al contrario, ni si quiera observaba el rostro de Hinata mientras se acomodaba sobre ella.

Nunca se había sentido tan incómodo en su vida, sobre todo cuando su intimidad quedo superpuesta con la de ella. No era erótico, no era sensual, era vergonzoso y raro. Por la forma en que Hinata lo miró, supo, que ella opinaba lo mismo.

Bajó una de las manos y tomó su rodilla para abrirle las piernas, encontrando casi nula resistencia para encajar su cuerpo contra el de Hinata. Sintió deseos de sollozar al percatarse que ni si quiera tenía vellos en los lugares en que una mujer debía tenerlos.

Y así permanecieron un momento, sin fricciones ni toques raros. Sólo un adolescente sobre una niña, un joven que en muchos sentidos era un niño asustado también, que no sabía exactamente qué es lo que debía hacer, qué parte iba dónde y sólo seguía las instrucciones que Shisui le había dado. Y aún así, nada en su cuerpo parecía estar reaccionando como lo esperaba, o mejor dicho, como se esperaba de esa situación.

—¿Cuántos años tienes, Hinata-san? —preguntó completamente quebrado, intentando controlar su respiración.
—Cumpliré o-ocho años este in-invierno —respondió con la voz ahogada.
—Ya veo —Itachi supo mantenerse calmado con su respuesta. Aunque perdiese el control y comenzara a gritar, Hinata no se volvería mayor de lo que era. No había estado seguro de su edad y ahora lo sabía— ¿Quieres que te bese? —le preguntó apoyando las manos a sus costados para que sus torsos no se tocaran.
—Como u-usted desee, Itachi-san —le indicó en un murmullo.

Itachi pudo ver que el miedo en ella se incrementaba y el sentimiento de que todo aquello era aberrante se intensificó en él cuando la sintió temblar bajo su cuerpo. Los vellos de sus brazos se erizaron de nervios y sintió el frío de la noche golpearle la espalda. Apenas estaban cubiertos por las sábanas desde la cintura hacía las piernas, pero no se había atrevido a bajar la mirada para verla desnuda. Era tan pequeña bajo él, tan frágil, tan malditamente vulnerable. Fácilmente la pasaba por dos cabezas de altura.

—¿Qué deseas tú? —le preguntó observándola fijamente, sus manos estaban temblando mientras apoyaba su peso contra el futón.
—Y-yo deseo com..complacerlo… —apenas un susurro, como si alguien le hubiese dicho qué era lo que debía decir.
Itachi frunció el ceño, no se esperaba esa respuesta —¿Y cómo planeas hacer eso?
—Ha-haciendo lo que me ordene…
—Te ordeno que dejes de llorar y temblar –le dijo con amargura.
—Lo siento… yo… estoy in-intentándolo pero… tengo miedo.
—Eres sólo una niña. Esto está mal —cerró los ojos con fuerza—. Esto no debería estar pasando.
—Yo… yo ya he… ya he sangrado. Otou-sama dijo… dijo que eso me hacía una mujer.

Itachi tragó pesado y entendió que no había forma, ni si quiera forzándose a sí mismo, que consumara ese matrimonio.

Antes de que se diera cuenta estaba sentado sobre el futón con el estómago hecho añicos. De verdad sentía deseos de vomitar.

—¿Itachi-san?

La miró de reojo, tembloroso y enojado. No estaba enojado con ella, claramente, pero en ese momento no supo realmente con quien podría descargar esa rabia que se acumulaba en él. El clan, el clan, el clan… todo era culpa del clan y sus preconcepciones de lo que debía ser y lo que podía ser. Sentía deseos de llorar. Iba mucho más allá de la frustración. Era una mezcla de miedo, fracaso y dolor.

Él estaba tan asustado como ella y saberlo lo asqueaba.

Hinata se había sentado tapándose con las sábanas el torso desnudo. Lo miraba dudosa y espantada, con las mejillas sonrojadas, lista para quebrarse. Había parado de llorar como si se hubiera resignado a lo que estaba a punto de ocurrir pero eso no significaba en ningún caso que él estuviese más dispuesto a cumplir su misión como esposo.

Frunció los labios en frustración y supo lo que debía hacer. No tenía el valor para hacer otra cosa.

La sangre que emanó de la mordedura de su dedo fue lo suficientemente creíble cuando puso su pulgar sobre las sabanas blancas que los cubrían y la dejó escurrir. Hinata lo observó anonadada, incrédula de lo que acababa de hacer. Itachi apretaba su piel justo sobre la herida y una a una las gotas rojas caían manchando el futon como muestra de que ahí realmente había ocurrido lo que se esperaba de ambos.

—Está hecho —dijo sin mirarla, más pálido que de costumbre. Era la primera vez en su vida que no llevaba a cabo algo que sabía debía hacer—. Nadie tiene por qué saberlo.
—S-sí —respondió Hinata, suspirando con alivio y mirándolo como si acabase de salvarle la vida tomando piedad de ella—. Gracias.
—Nunca hablaremos de esto. Con nadie —le indicó Itachi, era una niña después de todo—. Si su padre le pregunta, dirá que nuestro matrimonio fue consumado.
—Sí —respondió con más firmeza, profundamente ruborizada.
—Nadie se enterará que todo esto es una farsa.

 

 

[Lo estas Leyendo] Capítulo 1
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[link] Capitulo 4 parte 1
[link] Capitulo 4 parte 2

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Esta idea nació porque hace tiempo quería hacer un fic sobre un matrimonio arreglado entre Itachi y Hinata en donde ambos son obligados a casarse, sólo que este tendrá un giro de trama que nunca he visto antes.
Bueno, puede llegar a ser bastante oscuro mediante avance, pero espero que les guste. Como siempre, este es un fanfic dedicado a todas las fans del ItaHina, que creo, somos más cada día. Un abrazo y espero publicar pronto.

:iconpervyhinataplz: :iconpervyitachiplz:
Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
© 2012 - 2024 Sasha545
Comments14
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tu eres la culpable me hiciste fan de itahina. Gracias