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Love Is - ItaHina - Capitulo 6

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Sasha545's avatar
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Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.
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CAPITULO 6
LOVE IS NEVER RUDE
(El amor nunca es grosero)



Lo que te hace distinto de otros Uchihas es literalmente, el poder de tus ojos. Puedes leer los sentimientos de los demás y luego usar eso a tu favor durante las batallas. Es por ello que eres tan bueno para engañar al resto… después de todo, moriste mintiendo. Siempre has sido un mentiroso, desde el comienzo.
Kabuto Yakushi – NARUTO CAP. 580, Brotherly Time.








Se reunieron antes de que saliera el sol en la entrada principal de Konoha. Habían discutido sobre el modo de operar, sobre todo porque reconocer a un shinobi era bastante sencillo y ellos eran un grupo que debía actuar bajo el más estricto de los sigilos por la naturaleza de su misión; estaba clasificada como S después de todo. Lo que menos deseaban era llamar la atención y lamentablemente, con Akamaru en el equipo, eso se hacía difícil. No sólo eso, pero las grandes marcas rojas en el rostro de Kiba junto a su perro lo hacía un blanco fácil de reconocer como miembro del clan Inuzuka. Por otro lado, Hinata tenía el byakugan, un dojutsu con el cual los miembros del clan Hyuga nacían a diferencia del sharingan que despertaba cuando un Uchiha se sentía en peligro de muerte, una reacción de defensa instintiva de sus cuerpos. A menos que utilizara un jutsu de transformación, no podría ocultar sus ojos y si se ponía gafas al igual que Shino, habría llamado incluso más la atención.

Por lo mismo, Itachi sabía que tendría que ser lo más cuidado posible con sus movimientos para que de esa forma su grupo lograra pasar desapercibido. Habían decidido que no irían de incognito, cada uno sólo se cubrió en una capa de viaje. Sólo tendrían que ser cautelosos sobre quienes los veían y quiénes no. Al haber sido un capitán de ANBU a los trece años podía realizar aquello sin problema alguno.

El sol ya estaba en la posición de medio día y las tripas de Kiba comenzaban a sonar. Itachi sabía que eventualmente tendrían que detenerse, pero no aun.  No le importaba que su grupo pasara hambre, tenían un itinerario que cumplir y siendo tan meticuloso como lo era cuando se trataba de sus labores como ninja, no iba a dejar que el hambre los atrasara. Si algo caracterizaba a Itachi Uchiha, era que no dejaba espacio para el fracaso. Era dos personas diferentes cuando estaba en una misión y cuando trataba fuera de estas.

-Shino-kun, necesito que despliegues insectos adelante, atrás y a nuestros costados en una circunferencia de al menos 250 metros de distancia. – Le ordenó sin dejar de caminar con tranquilidad.

-Ya está hecho. – Le respondió Shino. Itachi asintió, si le agradaba trabajar con el chico Aburame era precisamente porque no necesitaba darle instrucciones.

-Comunícanos si cualquier persona entra en ese perímetro.  – Le ordenó. Shino asintió.

-Oi, Itachi-taicho, ¿Se puede saber donde rayos vamos? – Preguntó Kiba un tanto confundido. Pensé que el País de la Tierra estaba hacia el norte y estamos avanzando hacia el oeste. - Kiba iba montando sobre Akamaru y olfateaba el aire, intentando ayudar a los insectos de Shino.

-Estamos camino a Sala del Cielo, una ciudad abandonada donde pasaremos la noche y comeremos algo. Esta cerca del País del Viento… Vamos en esa dirección porque no muchas personas transitan por el desierto. Es más fácil para nosotros pasar desapercibidos de esta forma. – Respondió Itachi con seriedad. Aun las cosas no se ponían difíciles, sin embargo estaba completamente concentrado en su misión, tanto que no parecía darse cuenta de la forma en que Hinata constantemente lo miraba de reojo con una sonrisa tímida. – Esta ruta no es conocida por muchas personas, sólo el clan Uchiha la utiliza con regularidad. – Dijo, recordando todas las veces que había tenido que ir a hacer diligencias a Sala del Cielo junto a Sasuke. - Aunque Akamaru no podrá entrar a menos que pueda controlar su instinto de perseguir gatos. No quiero faltarle el respeto a Nekobaa-sama.

-¿Gatos? ¿Hay gatos donde vamos? – Preguntó Kiba irritado. Odiaba los gatos, le producían desconfianza y asco.  - ¿Es en serio?

-Sí. – Respondió Itachi.

-Ugh…Odio a los gatos. – Dijo molesto. - ¿Puedes controlarte amigo? – Le preguntó rascándole el lomo. Akamaru se quejó en un aullido.

La caminata fue bastante tranquila después de eso. Lo único que tenía nervioso a Itachi era la parte de inteligencia de su misión. La única información que tenía de parte de Anko era que el ex miembro de la unidad de Cuerpos Explosivos de la aldea oculta de las Rocas, Deidara, se estaba ocultando en las montañas entre la frontera del País de la Tierra… y eso era mucho terreno por recorrer.

Lo había elegido como el primero entre los criminales del libro Bingo del cual se desharía, era el que más daño estaba causando últimamente, sólo la semana pasada se había internado en La Aldea oculta de la Estrella y había hecho estallar al menos tres cuartos del lugar. El resto de los nombres en las páginas eran criminales de renombre mundial y casi todos estaban dentro de una organización que se hacía llamar Akatsuki, mercenarios que trabajaban a sueldo… aunque Itachi aun no sabía cuál era su verdadero propósito. A diferencia de Akatsuki que era una grupo más diligente y secreto… Deidara actuaba solo causando gran escándalo al parecer con el mero propósito de ver cosas explotando. Esperaba que encontrarlo no se le dificultara, los tipos como él buscaban fama cuando realizaban estupideces como hacer estallar cosas por mero gusto.

-Recuerden que Deidara fue parte del Cuerpo de Explosivos de la aldea oculta de la Roca según el informe de Anko-san. – Los instruyó Itachi cuando el sol estaba cayendo. - No será fácil hacer que nos digan dónde está. Iwagakure no le tiene mucho aprecio a Konohakagure pero si tiene influencia en los países que lo limitan y éstos son sumisos a su presencia. Además, Deidara estudió bajo el sandaime tsuchikage. Un maestro no vende a su alumno, seguramente el querrá hacerse cargo del tema personalmente. Si se expande la voz de que vamos en camino a la frontera, será difícil para nosotros poder realizar nuestra misión eficazmente sin que shinobis de Iwagakure se interpongan. Por eso pasaremos a través del país del viento, hasta llegar al País de las Aves que bordea al Pais de la Tierra. Si yo fuera Deidara me estaría escondiendo ahí.  

-Rayos, ¿El mismísimo Tsuchikage lo entrenó? – Preguntó Kiba nervioso, pero sonriendo con soberbia. – Eso sólo lo hace más interesante de vencer, ¿No, Akamaru? – El perro aulló con duda.

Hinata y Shino notaron el nerviosismo en su compañero, pero lo dejaron pasar. Ellos también se sentían de esa forma aunque reaccionaban de manera distinta, Hinata manteniéndose en silencio y nerviosa, Shino intentando mostrarse completamente sereno. Era su primera misión de ese tipo después de todo y aunque los tres trabajaban a la perfección cuando se trataba de localizar un enemigo, la cosa cambiaba cuando sabían que una vez encontraran a ese sujeto éste no se dejaría capturar o eliminar con facilidad, sobre todo considerando que estaban persiguiendo criminales rankeados como S, los ninjas más peligrosos del mundo shinobi.

Esa noche durmieron al aire libre bajo unos árboles. Aun se podía ver el verde del país del Fuego pero pronto sería remplazado por innumerables dunas de arena. Al menos aun estaban en casa, pero eso no les garantizaba nada. La luna alumbrándolos delataba mucho su posición por lo cual decidieron no prender fuego ni alzar una tienda de campamento, sólo sacar sus sacos de dormir y pernoctar esa noche con el fresco del verano.

Sin embargo, Itachi no se unió a ellos. Esperó que sus compañeros se quedaran dormidos luego de la larga caminata de ese día y subió a uno de los árboles sobre ellos. Se sentó entre las frondosas ramas y se escondió entre éstas. Pensó que lo adecuado al ser el líder del grupo era poder garantizarles una noche de descanso mientras él vigilaba. De cualquier forma le costaba dormir cada vez que sabía que debía asesinar a un hombre.

Se quedó mirando la luna sintiéndose completamente en calma entre el sonido de los grillos de verano. Faltaba poco para que estuviese llena.

Mientras comía una manzana lentamente se dio cuenta que estaba cansado, sus hombros le pesaban más de lo normal. Casi pudo escuchar la voz de su madre dándole un sermón por no dormir y por alimentarse pobremente, aquello le sacó un suspiro abnegado, imaginando a Sasuke sonriendo de oreja a oreja durante la cena pues no tendría que compartir sus onigiris.

No obstante, el cansancio en él era anormal, ¿Estaría estresado por estar realizando una misión con un nuevo grupo? No lo sabía. Era cierto que las cosas en ANBU eran distintas, pero básicamente se trataba de lo mismo, rastrear, localizar y matar. Podían haberlo cambiado de grupo, pero no de profesión. Seguía siendo un espía, un asesino silencioso que generaba dinero para la aldea.

Entre los ronquidos de Kiba sintió el sonido de un saco de dormir abriéndose. Bajó la mirada y notó que Hinata estaba sentada sobre el pasto realizando sellos con sus manos para activar el byakugan. La chica se volteó y lo miró directamente. Por un segundo se sorprendió de que lo hubiese encontrado, estaba muy bien escondido… pero luego recordó lo del byakugan. Nada era invisible para esos ojos, lo cual lo hizo sonreír. Estaba tan cansado que incluso estaba olvidándose de detalles como ese.

Hinata subió una mano como si lo quisiera saludar. Itachi le indicó con un dedo sobre los labios que se mantuviera en silencio o despertaría a Shino y a Kiba. La joven asintió y saltó hasta la rama en donde se encontraba él.

-Dis..disculpe. No quería interrumpir su meditación. – Dijo apenas tocó la corteza del tronco que los suspendía sobre el árbol.

-No interrumpe nada, Hinata-san. – Le indicó Itachi sin moverse.

-¿Por qué está despierto aun, Taicho? – Preguntó observando cómo miraba el cielo oscuro.

-Podría hacerle la misma pregunta. – Respondió éste con suavidad, casi a modo de broma. Aun así Hinata se sintió tonta por estar ahí.  

-No podía dormir. – Respondió sonrojándose, sin que él tuviese que preguntárselo. Aun así, bajó la mirada y comenzó a jugar con sus dedos.

-¿Por qué? – La cuestionó.

-C-creo que estoy nerviosa. Un terrorista mundialmente reconocido como Deidara de Iwagakure d-debe ser muy poderoso. – Hinata se apoyó contra el tronco aun de pie. – No quiero fallarle… taicho.

Su voz era tan dulce, que Itachi tuvo problemas para controlar el instinto de abrazarla y decirle que todo estaría bien, que dejara de sentir nervios pues él la protegería aunque le costase su vida. Las personas como ella despertaban esa sentimiento de resguardo. Sus ojitos de perla brillaban en la noche con la luz de la luna y era imposible no notarlo. Aun así, no la miró más de un segundo y aquello fue suficiente para aplacar su soledad.

-Lo será. Será muy poderoso. – Respondió en cambio, no iba a dulcificarle las cosas, ella era una kunoichi de Konoha y debía mostrar su fortaleza cuando más requería de ella. – Pero también lo somos nosotros. – Su voz salió casi en un susurro. - El Hokage confía en nuestro equipo y yo confío en usted. Es imposible que usted decepcione a alguien.

¿Qué era de Itachi Uchiha que siempre lograba hacer que se sintiese bien consigo misma? Cuando él le hablaba sentía que era fuerte, que podía lograr cualquier cosa que se determinara a hacer. La hacía sentirse segura y en calma. No se extrañaba de que tantas mujeres lo persiguieran, era agradable poder escucharlo y observarlo en silencio.

-Sí, taicho. – Afirmó Hinata con confianza, haciendo que Itachi la mirara curioso. – Daré lo mejor de mí para que mis ojos le sean útiles.

-Hinata-san, usted es más que sólo sus ojos. – Respondió Itachi volviendo a mirar el cielo.

Hinata lo observó un segundo, su perfil en la oscuridad se afinaba incluso más. Era como si se sintiese cómodo en la noche. La luna alumbrándolo hacía que su piel se viera más pálida de lo normal y sus ojeras se marcaran. A veces le preocupaba de que no estuviese recibiendo el suficiente descanso, siempre lucía agotado.

-Taicho, yo puedo hacer guardia. – Le dijo de pronto, con un toque de alegría que sorprendió a Itachi. – Debería dormir.

-No suelo dormir mucho, especialmente cuando hay una misión que debo realizar. – Respondió Itachi con tranquilidad.

-Lo entiendo… pero… - Hinata sintió que lo que iba a decir podría ser considerado impertinente, pero no le importó. Le tenía la suficiente confianza a Itachi como para decírselo. – No es.. no es sólo s-su misión. Somos un equipo.

-Lo se. Son mi equipo. Es por ello que necesito que los tres descansen. – Respondió Itachi con seriedad. – De cualquier forma no lograría dormir, incluso si lo intentara.

-¿P-por qué? ¿Hay algo preocupándolo? – Le preguntó Hinata. Sentía que había más en la mente de Itachi de lo que él estaba dispuesto a admitir. – No tiene que decírmelo, fue inapropiado de mi parte preguntárselo así.

Itachi no se movió, pero sintió el peso de su pregunta justo sobre sus hombros. ¿Cómo decirle lo que estaba en su mente en ese momento? Ni si quiera Shisui conocía todo lo que había en su mente. Él no era de las personas que involucrara sus asuntos personales con su labor como shinobi. Aquello iba contra todo lo que había practicado durante los años en ANBU donde la privacidad de cada miembro llegaba a tal punto que incluso utilizaban máscaras para despojarse de toda individualidad, enfocándose única y exclusivamente en sus misiones, ya fuesen de protección, espionaje, inteligencia, asesinato o captura.

Por otro lado, él sabía que Hinata no era del tipo de persona que se dedicase a indagar en las vidas de los demás, por lo general era silenciosa e introvertida. Tal vez de verdad sentía la suficiente confianza hacia él como para notar que había algo que lo estaba distrayendo.

-No. No es inapropiado Hinata-san. Ahora somos compañeros. – Respondió con gentileza y Hinata asintió. – Hace mucho tiempo se me asignó una misión rango S que no me deja dormir hasta el día de hoy. Aún sueño con ella, por lo que intento no dormir.

Si admiraba algo en Hinata Hyuga era la sutileza y delicadeza con que trataba cualquier cosa a su alrededor, incluso una confesión así. Sus palabras imprecisas y vagas habían sido suficientes para que ella asintiera y respetara su silencio. La joven nunca forzaba algo y cuando algo le causaba curiosidad lo preguntaba de forma tan dulce que hacía que aquellos a su alrededor pudiesen abrirle sus corazones sin temer una reacción adversa de su parte. Itachi no era la excepción, su melodiosa voz le resultaba confortante para aquella herida en su pecho.

-Itachi-kun… - Susurró Hinata dando unos pasos en su dirección hasta sentarse a su lado, mirando hacia el cielo estrellado junto a él. – Espero que algún día deje ese recuerdo en su pasado.

Hinata frunció los labios, apretándolos uno contra el otro y bajando el rostro un tanto cabizbaja. Itachi lo notó de inmediato. Los ojos del Uchiha eran únicos. Cada uno de los ojos dentro del clan Uchiha tenía una cualidad que los apartaba del resto. Los ojos de Itachi podían leer los sentimientos del resto y aquello lo hacía un excelente espía además de un adversario temible.

-Puede decirlo. – Le respondió Itachi, sintiendo que había algo que Hinata estaba callando. – Es lejos una de las personas que más me interesa escuchar.

- No e-es mi labor decirle qué hacer. – Respondió Hinata hundiendo su cabeza levemente entre sus hombros. Su timidez hacía que Itachi sintiera ganas de reír y apretarle las mejillas como lo hacía con Sasuke cuando era un bebe.  

Quizás Hinata tenía razón. No era apropiado estar hablando de cosas tan íntimas en medio de una misión tan importante, pero por algún motivo deseaba escucharla hablar. Su voz lo tranquilizaba. Su presencia le era agradable, podría haber pasado el resto de la noche al lado de ella en silencio y estaba seguro que habría sido una de las mejores noches de su vida. Ella tenía ese efecto en él.

- Los amigos se dicen qué hacer todo el tiempo cuando uno de ellos no encuentran una solución a un problema. – Respondió Itachi. Movió lentamente sus ojos para observar su perfil dándose cuenta lo adorable que se veían sus mejillas cubiertas en rubor.

– Sus ojos son demasiado fuertes como para quedarse estancados en el pasado. – Dijo Hinata, captando completamente la curiosidad de Itachi, ¿Cómo era posible que ella descifrara la fortaleza de su persona sólo con mirar sus ojos? ¿Tendría ella la capacidad de leer a las personas sólo con verlas? Después de todo… ella había sido la primera en reconocer la fortaleza en Naruto.  – Enfoque sus ojos en el presente o podría dejar que algo pase justo frente a usted sin que lo vea. Y aquellas cosas que dejamos pasar, nunca vuelven. El pasado está lleno de cosas que nos hieren y que nos impiden poder disfrutar del presente y soñar con el mañana. Si no podemos visualizar el futuro, tampoco podremos protegerlo.

¿Cómo era posible que alguien que hace tan sólo unos años había sido una niña pequeña, tímida e insegura se volviese una mujer tan asombrosa? La niña en sus recuerdos era una pequeñita de rostro redondo y sonrojado, de enormes ojos lavanda y mirada melancólica. La mujer sentada junto a él rebozaba gentileza y afecto, lo dejaba sin palabras.

-¿Y con que sueña usted para el mañana? – Le preguntó Itachi casi instintivamente, quería saberlo. Quería protegerlo con su vida.

-¿Y-yo? – Preguntó ella nerviosa, llevando una mano a su pecho y sonriendo con ternura.- Con..con… - Enfocó completamente su mirada en ella, necesitaba escuchar su respuesta. Sentía que era una de esas cosas que al escucharla podía cambiar la vida de alguien. - …con el sonido de las risas de los niños.

El sonido de los grillos nocturnos los rodeó mientras se miraban con intensidad, ¿Era posible si quiera que alguien como ella existiese? ¿Era posible que un ser tan agradable y delicado como ella hubiese decidido que sería una kunoichi, algo completamente opuesto a su naturaleza?  Entendía tan bien su corazón, que Itachi ni si quiera tenía que pronunciar lo que había dentro de él.

Suspiró y volteó su rostro levemente hacia arriba para seguir observando el cielo. Sintió una extraña tibieza en sus entrañas, algo que lo hizo sonreír sin poder evitarlo.

Una vez Asuma Sarutobi le había dicho que lo que protegían los Shinobis de Konoha no era al Hokage, ni la Villa, sino a los niños de Konoha que aun no nacían. Le sorprendió que alguien de la edad de Hinata pudiese entender algo así.

Curiosamente, Itachi soñaba con lo mismo. Soñaba con el sonido de las risas de sus hijos jugando en el jardín mientras que el los observaba. Toda su vida, todo el sufrimiento que había tenido que pasar hasta ese momento se habría visto compensado si Itachi hubiese podido escuchar eso.

Sin que se diera cuenta, Hinata reclinó su cabeza contra el brazo de Itachi. Ninguno se movió. Ninguno se sintió incómodo con el roce del otro. Sólo observaron la luna que pronto estaría llena.





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El sol golpeaba con fuerza sobre ellos. La arena bajo sus pies era irritante, sobre todo por la costumbre que tenía de meterse entre los dedos. Hinata suspiró intentando recuperar el aliento, observando como Akamaru sacaba la lengua constantemente buscando enfriarse de algún modo.

El que se veía peor de los cuatro sin duda era Shino quien siempre estaba cubierto con gruesas capas de ropaje. Itachi parecía ni si quiera estar sudando, lo cual la hizo preguntarse si hasta para cosas como esa, Itachi Uchiha era lo más cercano a un shinobi perfecto. Kiba por otro lado se había desabrochado la camisa y se la había puesto en la cabeza como si fuese un nómade de Sunagakure, mostrando a los cuatro vientos su delineado abdomen con orgullo, algo que no dejó de divertir a Hinata mientras lo miraba más entusiasmado que el resto recorriendo las dunas como si esa fuese la primera vez que salía de Konoha en una aventura.

-Kiba-kun, te recomendaría que te tapes la espalda. – Le sugirió Itachi con seriedad. – El sol te quemará la piel.

-¡Algo como eso no tiene efecto en mí! – Dijo Kiba apuntándose a sí mismo con el dedo pulgar. – Mi piel es morena, el sol no me afecta Taicho.

-Como desees. – Respondió Itachi cruzándose de brazos y suspirando, observando como Hinata luchaba con la temperatura debajo de ese gran polerón. - ¿Agua? – Le preguntó.

-Gra..gracias. – Dijo ella aceptando la cantimplora de Itachi y dándole un sorbo.

-¿A qué distancia estamos? – Preguntó Shino.

-Llegaremos al anochecer. – Respondió Itachi.

El resto del viaje por el desierto fue en silencio, excepto cuando Kiba gritaba "Yuhuuu vamos Akamaru", cada vez que según él veía agua en medio de la arena sólo para descubrir que había sido un espejismo.  Itachi le explicó que lo que veía no era agua, sino el mismo sol que se reflejaba en la arena, pero al igual que Naruto, era casi imposible convencer a Kiba de que estaba equivocado.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse entre en el horizonte vislumbraron lo que asumieron era Sala del Cielo. El aspecto que tenía era deprimente, la ciudad estaba realmente en ruinas.

-¿Qué pasó aquí para que esté en esta condición? – Preguntó Hinata con tristeza, viendo las calles desiertas, los edificios vacios, escuchando como el viento aullaba en los callejones.

-Antes de que se creara Konohagakure, el clan Uchiha era un clan de mercenarios que trabajaba para el país que los contratara. – Respondió Itachi con solemnidad. No estaba precisamente orgulloso de aquello, pero era cierto. Los cuatro comenzaron a adentrarse en la ciudad abandonada. - Esta ciudad se levantó contra el país del Viento y ellos contrataron a mis ancestros para que derrotaran y expulsaran de esta zona a los que vivían aquí. Como paga, recibieron la ciudad. Sin embargo, los Uchiha no eran un clan que pudiese quedarse sólo en un lugar, eran una familia guerrera que viajaba de país en país, por lo que decidieron dejar esta ciudad como un depósito de armamento. Ha permanecido de esa forma hasta el día de hoy.

-¿Un deposito de armamento? – Preguntó Kiba sudando al ver la cantidad de gatos que se paseaba por los callejones, sintiéndose sumamente incómodo con sus presencias. - ¿De qué está hablando Taicho?

-Lo que escuchas. El único propósito que sirve esta ciudad es ese. – Respondió Itachi. - El clan Uchiha compra armas de Nekobaa-sama hasta el día de hoy.

-Podrá ser un depósito, pero huele como un retrete. – Se quejó Kiba. – Creo haberte dicho que mi nariz no puede soportar este tipo de peste.

-Quien se lo dijo fui yo. – Dijo Shino con solemnidad. - ¿Por qué? Porque tu dijiste que no tenías debilidades.

-Ki-Kiba-kun, estas siendo maleducado. – Le dijo Hinata. – Este lugar es seguro para que pasemos la noche. Debemos agradecerle a Itachi-Taicho por traernos aquí.

-¿Acaso mis ojos me engañan e Itachi-boy trajo un perro a este lugar, miau? – La vocecita se escuchó desde arriba de una bisagra, lo cual hizo que todos subieran la mirada para ver de quien se trataba.

Akamaru puso los pelos de punta y comenzó a gruñir, causando que el gato también se pusiera en esa posición.

-Hina-san. – La saludó Itachi. – No te veía hace un tiempo ya.

-¿Dónde está Sasuke-boy? – Preguntó la gata lamiéndose una pata y restregándosela luego por la cara a modo de acicalarse e ignorando a Akamaru.

-Esta vez soy sólo yo y mi equipo. – Respondió Itachi. - ¿Dónde está Nekobaa-sama?

-Itachi-boy, sabes que a la abuela no le gustan los perros. – Dijo la gatita moviendo la cola de un lado a otro.

-Te daré esto si me llevas ante ella. – Le indicó, sacando una botellita desde su porta kunai. Decía "Matatabi" (Se supone que el Matatabi es una planta, y que cuando los gatos la huelen, se vuelven medios locos, como si estuviesen drogados). – Ambos sabemos que lo deseas. – La chantajeó Itachi.

La gata no pudo negarse y saltó al hombro de Itachi tomando la botellita en su boca, para luego saltar nuevamente y seguir delante de ellos guiándolos por los numerosos laberintos de la ciudad. No tenía caso negarles el paso, Itachi era muy querido por la abuelita de los gatos y un perro no cambiaría eso. Aunque Kiba comenzó a pensar si habría hecho bien en acampar a las afueras de esa ciudad apestosa.

Los cuatro compañeros recorrieron los largos pasillos de la ciudad. Si Hinata hubiese ido sola a ese lugar de seguro se habría perdido, incluso con el byakugan activo. Todo lucía igual una vez dentro y el aire era tan espeso que Kiba estaba verde con rostro nauseabundo. Hasta a ella le molestaba la pestilencia, no se podía imaginar lo que estaría experimentando su compañero.

La abuela de los gatos resultó ser una anciana muy amable, con la nariz negra y el cabello arreglado de una forma tan particular que parecía que tuviera orejas de gato. Recibió a los recién llegados como si se trataran de familia. Itachi fue muy directo y le pidió al menos dos habitaciones entre las muchas que ella mantenía desocupadas. Iba a tener el centro de operaciones para comenzar su búsqueda justo en ese lugar. Estaba a poca distancia del país de la Lluvia, de los Pájaros y también del de la Tierra. Podían salir y buscar información para reunirse ahí luego.

-Necesitaremos ropa a la usanza del país de las Aves. Shino-kun, Kiba-kun y Hinata-san se dirigirán a esa nación mañana en búsqueda de información. – Dijo Itachi, arrodillado frente a la abuela que fumaba de una larga pipa mientras una chica le traía té a los cuatro, mirando a Itachi con el rostro sonrojado. – Yo iré a Amegakure.

-Puedo hacer algo para ayudarte Itachi, pero recuerda que no soy una modista, sólo una vendedora de armas. – Respondió la abuelita mirando a los cuatro con curiosidad.

Shino y Kiba se miraron de reojo con preocupación. Todo lo que habían leído sobre Amegakure en los informes de Anko les decía que esa ciudad era algo de lo cual debían mantenerse alejados. No entendían por qué Itachi decidiría ir solo hasta allá.

-Taicho. – Interrumpió Shino. – Para la efectividad de nuestro rastreo, deberíamos mantenernos juntos.

-Su labor es rastrear a Deidara. Cuando lo localicemos decidiremos el plan de acción. – Respondió Itachi. – En el entretanto, él no es el único criminal del cual nos debemos deshacer.

-¡Pero Taicho! ¡Es muy peligroso que vaya sin apoyo! – Alegó Kiba a viva voz.

-La vida de un shinobi está llena de peligros. – Respondió Itachi cerrando los ojos con frialdad. – Deberían saberlo.

-Amegakure eh… - Dijo la abuela saboreando el humo del tabaco en su boca. – Si lo que escuché es verdad, tampoco iría a ese luchar Itachi-chan. Entrar al País de la Lluvia de por si es peligroso… entrar a Amegakure es casi una sentencia de muerte en estos días si eres un shinobi extranjero.

Itachi no dijo nada, solo tomó su té en silencio. Sabía que necesitaba de los ojos de Hinata para entrar a ese lugar, pero no la arriesgaría a entrar a esa Aldea sin antes saber que era exactamente lo que estaba pasando ahí. Prefería tomar el riesgo por sí mismo. Como shinobi, nunca dependía de otros si había un elevado riesgo de muerte.

La discusión llegó hasta ahí. Los tres compañeros del ex equipo ocho se miraron y entendieron que no había nada que pudiesen decirle a Itachi Uchiha que lo hiciera cambiar de opinión sobre los pasos a seguir. Después de todo, él era el capitán del equipo, su líder, y el reglamento shinobi decía que los miembros de un grupo siempre debían seguir las ordenes que éste diera.

Sin embargo, Itachi no conocía lo obstinado que eran esos tres cuando se trataba del trabajo en equipo. Esa noche, a sus espaldas, los tres se reunieron y decidieron que uno de ellos al menos debía ir con Itachi. Kiba fue inmediatamente descartado, Akamaru llamaría mucho la atención si había que entrar en Amegakure, además, su nariz tenía que captar el olor de Deidara, era el único de los tres que tenía esa habilidad. La responsabilidad entonces cayó entre Shino y Hinata.

Por una parte, si la misión era espiar los insectos de Shino servirían para desplegarlos por Amegakure y servir de apoyo en el espionaje. Hinata tenía la ventaja de poder observar desde distancia lo que estaba pasando en esa ciudad, sin que Itachi tuviese que entrar. La decisión caía entonces, en cuál de los dos sería de más ayuda si se trataba de apoyar a Kiba.





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Aun no había amanecido cuando Itachi recogió las medicinas que Nekobaa-sama le había preparado, tomó su capa azul marino y se dispuso a confundirse con la noche. Deseaba poder salir de las dunas antes de que saliera el sol, después de todo, el calor del desierto era algo a lo cual no estaba acostumbrado. Escuchó como Kiba se quejaba en la cama de al lado, completamente descubierto y con la espalda al rojo vivo. Había sido tan evidente que se había insolado que no quiso decir nada al respecto, él se lo había advertido.

-Shino-kun, ¿Estás despierto? – Le preguntó Itachi antes de salir.

-Sí. – Respondió éste mientras ambos escuchaban los ronquidos de Kiba y Akamaru.

Itachi se mordió un dedo y golpeó el piso con su palma extendida. – Kuchiyose no jutsu. (Jutsu de invocación). – De inmediato apareció un cuervo negro en una nube de humor que se paró en el borde de la cama del Aburame. – Si encuentran a Deidara antes de lo planeado, manden ese cuervo por mí y no se muevan de la posición en donde están. Me llevará de vuelta a ustedes. Si no lo encuentran, nos volveremos a encontrar en este lugar en cuatro días desde hoy. Si no he vuelto en  cuatro días, es porque estoy muerto y deberán regresar a Konoha para informar que la misión ha fracasado.

-Sí, Taicho. – Respondió Shino acomodándose las gafas oscuras.  

Al ser ambos hombres de pocas palabras, no se despidieron ni se desearon suerte. Aquello no era necesario.

Itachi salió de las ruinas de Sala del Cielo con el mero propósito de adelantar terreno. Él no era indispensable en una misión de rastreo de parte de un equipo como el que componía Hinata, Kiba y Shino. Ellos tres habían trabajado a la perfección antes de que se les uniera y lo seguirían haciendo sin él. Haberlos acompañados al país de las Aves habría sido un desperdicio de tiempo. Por otro lado, era mejor que realizara una misión de inteligencia para poder rellenar datos vacíos en la investigación de Anko.

¿Quién era el ángel de Amegakure? ¿Cuántos ninjas rango S estaban en Akatsuki? ¿Cuáles eran sus habilidades? ¿Sería realmente Amegakure su escondite? ¿Qué estaba pasando en ese país que tantas veces había sido devastado al estar en medio de los grandes países en guerra?

Deidara era un niño que disfrutaba volar ciudades, sí, era cierto, era un chiquillo molesto y peligroso… pero una organización sólo compuesta por grandes criminales de distintas aldeas shinobis, a sus ojos, era incluso más peligrosa. Si estaban planeando algo, era algo devastador, mucho peor que los atentados terroristas y sin propósitos de ese tal Deidara.

Era pasado medio día cuando se detuvo un segundo para tomar algo de agua. A lo lejos comenzaba a ver grandes montañas. Sabía que al otro lado estaba Amegakure, el país de la lluvia. Las montañas no permitían que las nubes pasaran al otro lado de éstas, produciendo sequia en el costado opuesto, la suficiente al menos para haber creado un desierto. Sin embargo, había dejado el país el Viento atrás y los arboles volvían a crecer a su alrededor. Fue por lo mismo que al haber más lugar en donde el sonido rebotara, que pudo percibir que alguien lo estaba siguiendo. Fuera quien fuera que lo hacía, era bastante bueno en ello, pues no lo había percibido hasta entrar en esa zona boscosa.

No se volteó. Movió su mano lentamente bajo la capa que lo protegía y sacó dos kunais. La primera la lanzó con una trayectoria distinta a la segunda, de forma tal que cuando el primer kunai pasara cierto punto, la trayectoria del segundo kunai la impactara, desviando su dirección a un punto ciego en el cual nunca habría podido acertar de haberlo lanzado de forma directa. El kunai se clavo en la parte posterior del tronco.

-Esa fue una advertencia. La segunda no será tan benevolente. – Dijo Itachi dándose la vuelta y activando el sharingan. Grave fue su expresión cuando notó a la persona que salía de aquel escondite. - ¿Está bien? ¿La lastimé?

Hinata negó con el rostro, completamente nerviosa a simple vista por haber sido descubierta. – Eso fue… in..increíble. Pudo localizarme y golpear mi posición incluso estando en un punto ciego. –Con razón lo llamaban un genio, nunca había visto nada parecido.

-¿Sucedió algo? – Preguntó caminando en su dirección.

Si ella estaba ahí, tal vez habían encontrado su blanco. Pero eso era imposible… era demasiado pronto. Según los informes Deidara estaba escondido en la frontera del Pais de la Tierra, caminar hasta ese lugar eran al menos dos días más.

Fue entonces que Itachi lo entendió y frunció el ceño al ver que Hinata estaba sangrando en su mejilla. Era sólo un pequeño corte que seguramente ni si quiera dejaría marca, pero el hecho de que hubiera herido a una compañera de equipo sin un motivo útil lo irritó. Lo molestó aun más el hecho de verla ahí, sabiendo el verdadero motivo de su presencia: Quería ir con él a Amegakure.

-  Me mintió, sí la he lastimado. – Dijo con seriedad.

Hinata abrió ampliamente los ojos y sólo entonces sintió algo húmedo en su cara. Levantó una mano y se tocó levemente las mejillas. – No es nada. Ni si quiera lo sentí. – Se excusó con rapidez.

Itachi sacó una venda de su porta equipo y vertió un poco de agua sobre esta. Se acercó a Hinata y le limpió el rostro, mirándola fijamente. – Pensé que mis órdenes habían sido lo suficientemente claras para que las siguieran. –

Itachi sintió una punzada en el estómago. Eso era su culpa. Se había involucrado demasiado con ella, tanto que le había dado la confianza para pensar que era aceptable que hicieran algo así. Si les había ordenado que fueran al país de las Aves, no era por vacaciones. Tenían que cumplir una misión. Más importante aún, que ella estuviese ahí retrasaba todo. Tendría que darse la vuelta y llevarla a Sala del Cielo, asegurándose de que Nekoba-sama no la dejara perseguirlo esta vez, y sinceramente, la abuela de los gatos no estaba para ese tipo de cosas y el tampoco. No pensaba que al formar un equipo con chicos de esa edad, tendría que estar comportándose como una niñera.

- ¿Le duele? – Le preguntó sin mirarla.

Hinata negó con el rostro bajando la mirada, sintiendo la frialdad en él. Bajó los párpados con tristeza. A pesar de que estaba enojado, y ella lo sentía así, en ningún momento su tono había cambiado, ni le había gritado, ni si quiera la había insultado. Incluso molesto mantenía su caballerosidad, respetándola sin subirle la voz, ni zarandeándola por haberle desobedecido. Aquello la hizo sentir peor, hubiese preferido incluso que él le gruñera  y la increpara por su poca disciplina.

  – Lo siento. – Susurró con angustia. - No podíamos dejar que entrara a Amegakure solo. Es demasiado peligroso.

Itachi quiso decirle que era mucho más peligroso que ella estuviese ahí con él. Si había querido entrar solo a ese lugar era precisamente porque podía esconderse mejor de esa forma, era un espía después de todo. Esconder a dos extranjeros dentro de ese país era un tanto más complicado para él. Sobre todo a alguien que llamaba tanto la atención a simple vista como lo hacía Hinata.

-Entiendo el motivo por el cual Kiba-kun no esté aquí, pero… ¿Por qué me siguió usted y no Shino-kun?

-¿No recuerda lo que le dije… Itachi-kun? – Le preguntó Hinata.

Itachi se quedó en silencio, intentando descifrar sus ojos pero sólo pudo pensar en Hotaru Uchiha, la chica que Shisui había amado y perdido.


Los amigos existen para prevenir que ignores las cosas que están justo frente de ti. Algún día vas a tener que detenerte, ver lo que hay dentro de ti y aceptarlo. Saber lo que puedes y no puedes hacer es fundamental para un shinobi. Yo no fui capaz de hacerlo, y si tú tampoco lo logras… estás destinado a fracasar.


Miraba dentro de si mismo y lo entendía. La mera idea de que algo la lastimara lo hacia sentirse paralizado. Podía hacer y aceptar muchas cosas, pero entendía que verla sufrir no era una de ellas. Lo entendía, lo veía, lo podía reconocer. Esa era entonces su debilidad. Podría haber encontrado muchas otras, pero en ese momento, aquello era lo que importaba.

Pero al mismo tiempo, aceptaba que necesitaba de Hinata para poder entrar a Amegakure o estaba destinado a fracasar y seguramente morir en esa misión dentro del País de la Lluvia.

Hinata poseía habilidades con las cual él no contaba y que en ese momento le resultaban fundamentales. No le había pedido que fuera con él la noche anterior porque no quería involucrarla en ello, quería hacerlo todo por sí mismo porque la idea de que ella muriera le era mucho más terrible que la noción de fracasar en la misión y morir él mismo… Sin embargo si no aceptaba en ese preciso momento que la necesitaba, fracasaría. Nunca antes las palabras de Shisui le habían hecho más sentido.

La miró en silencio, no iba a responder a su pregunta. Él quería escucharlo de ella. Puso una pequeña bandita en el rostro de la chica y se perdió en su mirada que lo traspasaba leyéndolo como un libro abierto. Se sintió realmente desnudo frente a ella, como si aquella mujer lo pudiese comprender más que cualquier otra persona. El hecho de que ella estuviese ahí se lo decía.

- No es sólo su misión. Somos un equipo. – Dijo finalmente Hinata, sonriéndole. Sus dudas se disiparon con eso. Ella le sonreía, ella confiaba en él y él tendría que confiar en ella. - Le dije que daría lo mejor posible para que mis ojos le fueran útiles y yo nunca retrocedo en mi palabra. – Itachi despegó los labios ligeramente de la sorpresa, esa determinación en ella era tan cálida que podía sentir que lo abrazaba y despejaba cualquier duda o miedo de su mente. - Ese es mi camino del ninja.
Muchas gracias por todos los comentarios. Estoy muy contenta con esta historia aun y espero poder finalizarla lo antes posible. Al solo ser 16 capitulos, ya vamos 1/3 listos con este fic. Espero que les guste este capitulo ^^

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CAPITULO 1 - LOVE IS ALWAYS PATIENT [link]
CAPITULO 2 - LOVE IS ALWAYS KIND [link]
CAPITULO 3 p1 - LOVE IS NEVER JEALOUS [link]
CAPITULO 3 p2 - LOVE IS NEVER JEALOUS [link]
CAPITULO 4 - LOVE IS NEVER BOASTFUL [link]
CAPITULO 5 - LOVE IS NEVER CONCEITED [link]
CAPITULO 6 - LOVE IS NEVER RUDE
© 2012 - 2024 Sasha545
Comments16
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AikoDUchiha's avatar
Eah!!!! muy bueno..m agrado bastant....sigo leyendo n//////n